Las
obras de Sigmund Freud despiertan gran interés a nivel lector, puesto que
abarcan conceptos y temáticas concernientes a muchos campos de estudio, no
exclusivamente el Psicoanálisis, pero sí, analizados y considerados, desde esta
teoría científica. No obstante, existen conceptos de aplicabilidad terapéutica
que permiten una mejor lectura de los procesos psíquicos del sujeto y su
funcionamiento, como es el caso de la represión,
concepto que se pretende abordar en el presente análisis documental.
La represión es un
concepto fundamental dentro de la obra de Freud, puesto que acompaña su labor
investigativa y a la vez terapéutica, desde los inicios del psicoanálisis; la
palabra que Freud emplea en sus escritos en alemán, es Verdrängung y aparece por primera vez como tal en: “Sobre el
mecanismo psíquico de los fenómenos histéricos: comunicación preliminar”.Verdrängung, es una palabra que había
empleado Johann Friedrich Herbart (1776-1841),
quien era un filosofo, psicólogo y pedagogo alemán cuya obra había sido objeto
de interés particular para Theodor Meynert (1833-1892), un médico alemán quien
fue uno de los principales maestros de Freud. Siguiendo esta correlación el término
Verdrängung, seguramente fue familiar
para Freud debido a la influencia de los dos ya citados personajes (El primero
como escritor y el segundo como maestro). En su Presentación Autobiográfica,
Freud menciona lo siguiente en referencia a la represión: “A este proceso, que constituía una absoluta novedad, pues jamás se
había descubierto en la vida anímica nada análogo, le di el nombre de represión”
El surgimiento del
concepto de represión, en la obra freudiana, se puede revisar de mejor forma en
textos entre los que sobresale estudios
sobre la histeria, en el que se menciona que como concepto, la represión
surge a partir del análisis de otro fenómeno clínico como es la resistencia. Antes de hacer el uso de represión,
Freud utilizaba la palabra defensa para referirse a lo que tenía que ver con
aquel fenómeno. Posteriormente se puede observar que emplea los dos términos de
forma indistinta; sin embargo a medida que avanzó su investigación sobre las
neurosis de transferencia, comenzó a hacer mayor uso de represión como termino
y además como un proceso sobre el cual se tenía mucho por decir y aprender, al
punto de que plantea aspectos tales como dos tipos de represión, conceptos de
investidura y contrainvestidura dentro del mecanismo de la represión, entre
otros que serán ampliados en posteriores párrafos a este.
Ahora bien
iniciando el presente análisis, se busca encontrar las definiciones que Sigmund
Freud brindó a lo largo de su experiencia, sobre la represión. En 1926 Freud,
empieza a diferenciar los términos de represión y defensa, tal como lo vemos en
las siguientes líneas:
“Pienso ahora que hay cierta ventaja
en volver al viejo concepto de defensa, aunque estableciendo que debe designar
de un modo general todas las técnicas de las que se sirve el yo en sus
conflictos, y que pueden eventualmente conducir a la neurosis, mientras que
reservamos el termino <<represión>> para designar uno de estos
métodos de defensa en particular, que debido a la orientación de nuestras
investigaciones, pudimos al principio conocer mejor que los otros”
En esta primera aproximación,
tenemos aunque oscuras aun, ciertas aclaraciones importantes que para el
estudio de la represión deberán ser tenidas en cuenta. La primera tiene que ver
con la diferencia entre la defensa y la represión, puesto que Freud de forma un
tanto grafica, nos enseña en esos renglones que el termino de defensa puede ser
empleado para referirnos al conjunto que contiene, los diferentes mecanismos
como fueron conocidos posteriormente, mientras que el termino de represión
tiene que ver precisamente, con uno de esos mecanismos de defensa que no
obstante se consolida en la obra de Freud como el más importante y al cual le
dedica mayor tiempo de estudio.
Habiendo postulado
de algún modo la diferencia entre los conceptos de defensa y represión, Freud continúa
su trabajo, hasta llegar al punto de definir con mayor claridad el mecanismo de
la represión y su función, tal como en los siguientes renglones:
“La esencia de la represión consiste
exclusivamente en rechazar y mantener alejados de lo consciente a determinados
elementos”
“Tenemos, así que la condición para la
represión es que el motivo de displacer cobre un poder mayor que el placer de
la satisfacción.”
Con estos dos
acercamientos, tenemos pues, nuevas herramientas para desarrollar el presente
análisis. Primero, cabe destacar que de acuerdo con lo planteado por Freud, la
represión es un complejo mecanismo de defensa, que busca la evitación del
displacer para el sujeto. Displacer que tiene que ver no necesariamente con el
aspecto físico, sino con huellas de vivencias, ocurridas y elaboraciones cuya significación
expongan al sujeto a dicha sensación. En este orden de ideas, lo que hemos
llamado huella permanece alojada en el aparato psíquico del sujeto, cobrando
importancia para la represión, solo al momento en que ésta supone una
consecuencia perturbadora si es llevada al sistema conciente, por tanto entra
en funcionamiento el mecanismo de la represión, rechazando su devenir conciente
y alejándola al máximo punto de dicho sistema. Cabe resaltar que la huella no es eliminada
sino que se aloja en el sistema inconciente, lo cual analizaremos con mayor
detenimiento, en líneas posteriores.
Freud propone en su
texto la represión, dos fases que
funcionan, dentro de este mecanismo, la primera consiste en una etapa que llamará
represión primitiva y una segunda
cuyo nombre es represión propiamente
dicha. Freud menciona sobre dicho planteamiento que hay una represión
primitiva “consistente en que a la
representación psíquica del instinto se le ve negado el acceso a la conciencia.
Esta negativa produce una fijación, o sea que la representación de que se trate
perdura inmutable a partir de este
momento, quedando el instinto ligado a ella.
” En otras palabras lo que nos quiere explicar Freud en esta cita, es que existe una pulsión (instinto) alojada en el sistema inconciente, y una representación psíquica de ella, sin la cual le sería imposible buscarse paso hacia lo conciente. Dicha representación psíquica busca acceso al sistema conciente sin lograr éxito en su cometido debido a la represión que opera en su primera instancia.
En la represión
propiamente dicha, el proceso represivo actúa rechazando las formaciones
alternativas de la representación psíquica rechazada en la primera fase, a las
cuales Freud denomina como ramificaciones o retoños. Las ramificaciones son,
como ya se mencionaba, formaciones alternas de la representación psíquica que
quedo reprimida, cuya función es buscar la vía adecuada para burlar la censura
que antecede al sistema preconciente y así abrirse paso hasta el sistema
conciente. “(…) Así pues la represión
propiamente dicha es una fuerza opresiva ('nachdrängen') posterior. (…) La
tendencia a la represión no alcanzaría jamás sus propósitos si estas dos
fuerzas no actuasen de consumo y no existiera algo primitivamente reprimido que
se halla dispuesto a acoger lo rechazado por lo conciente.”
Dicho en otras palabras la función primordial de la represión primitiva,
además de denegar el paso de la representación psíquica al sistema conciente,
es la de constituir la base para que exista una segunda etapa de la represión.
Ahora bien, lo
primitivamente reprimido ejerce una fuerza de atracción sobre todas las
partículas (ideas) rechazadas por el sistema conciente, con las cuales pueda conectarse a fin de
generar una de las mencionadas ramificaciones. En cuanto a la distancia de las
ramificaciones frente al sistema conciente, podemos mencionar que ésta depende a
su vez, de la distancia de la ramificación frente a la representación reprimida
en la primera fase, es decir, entre más distanciadas se encuentren de dicha
representación, más fácil será para las ramificaciones acceder al sistema
conciente, por tal motivo, dentro del ejercicio del análisis, la labor de la
asociación libre, por citar un ejemplo, es producir ramificaciones que esquiven
de cierto modo la censura de lo conciente distanciándose lo suficiente de la
representación reprimida en principio.
Hemos llegado a citar
el término censura, por lo cual sería importante mencionar el papel que éste
desempeña dentro del mecanismo de la represión. La censura es un término que aparece en textos
de Freud concernientes a la primera tópica. En una de sus cartas a Fliess,
Freud, hace alusión al término de censura de una forma muy particular, por
cierto, se le atribuye a dicho momento ser la primera vez que Sigmund Freud
habla de censura como concepto. La cita es la siguiente, refiriéndose Freud a Wilhelm
Fliess:
“¿Has visto alguna vez una revista
extranjera que haya pasado por la censura rusa en la frontera? Palabras,
párrafos enteros y frases tachados con negro, de suerte que el resto se vuelve
ininteligible.”
No es para nada
disparatada la analogía que realiza Freud, puesto que el término de censura en
el aparato psíquico y en el mecanismo de la represión, funciona tal cual la
cita; su ubicación estaría sobre la frontera de lo preconciente, (entre el
Inconciente y el Preconciente) y posteriormente en el texto de lo inconciente
Freud plantea una segunda censura ubicada en la relación Preconciente-
Conciente, siendo nuevamente un concepto fronterizo ubicado con tendencia a
este último sistema. Por su parte, las frases y párrafos “tachados con negro”
se pueden representar como la transformación que sufren las ramificaciones,
antes de exteriorizarse, sobre lo cual ampliaremos en párrafos
posteriores.
Hemos dicho hasta
ahora que la represión es un mecanismo de defensa en el cual, por motivo de
evitar el displacer, se impide a determinadas representaciones de la pulsión,
acceder al sistema conciente. En este mecanismo actúa una censura (de la cual
se habla en el párrafo anterior), pero asimismo funciona un fenómeno llamado resistencia. En el orden de ideas que
venimos desarrollando hemos mencionado que
la censura funciona como un filtro de lo que puede ser placentero o
displacentero para el sistema conciente, por lo tanto, la representación, o más
bien sus ramificaciones, buscan eludir dicha censura para abrirse paso hacia lo
conciente. La resistencia, por su parte, es vista como una fuerza que hace oposición
a la búsqueda de las ramificaciones por llegar al sistema conciente; es decir,
su función es mantener reprimida la representación y sus ramificaciones,
defendiéndose ante cualquier ataque por parte de éstas.
El término
resistencia, o Winderstand en alemán,
al igual que el de represión, ha jugado un papel muy importante en el estudio
psicoanalítico. La transición del método sugestivo al método analítico, se debió en gran parte a
que, mediante la hipnosis, la resistencia del paciente era difícilmente interpretable,
por lo cual Freud observó la necesidad de trabajar sobre las resistencias
individuales de los pacientes e interpretarlas a fin de obtener evidencias de
la perturbación.
En otras palabras,
el surgimiento de la resistencia como fenómeno en el psicoanálisis, se debió a
las dificultades que aparecían cuando se buscaba explicar los síntomas del
paciente y su génesis.
“Freud intentará vencer este obstáculo
mediante la insistencia (fuerza de sentido opuesto a la resistencia) y la
persuasión, antes de reconocer en él un medio de acceso a lo reprimido y al
secreto de la neurosis; en efecto, en la resistencia y la represión se ven actuar
las mismas fuerzas”.
La anterior cita
nos aproxima al análisis del carácter continuo de la represión y de las diferentes
fuerzas que operan en dicho mecanismo. La represión es un proceso que exige
continuidad para lograr su éxito. En los casos donde la represión fracasa es
porque se ha dado una interrupción durante el proceso. De igual forma, como ya
lo hemos mencionado, es un mecanismo que supone el actuar de fuerzas y a esto
le agregaremos también la operación de energía psíquica dentro de dichas
fuerzas. La energía psíquica es un concepto que aporta a la teoría de la
represión, funcionando en términos de cantidad en las operaciones de dicho
mecanismo. La energía psíquica es, dicho de otra manera lo que inviste una
representación de la pulsión y sus ramificaciones. Sobre la cuestión que
refiere a la investidura y contrainvestidura, mencionada por Freud en el
mecanismo de la represión, hablaremos en renglones posteriores, por ahora nos
ocuparemos de aclarar aspectos importantes a nivel de la energía psíquica y su
función dentro del proceso de represión.
En la represión,
como se ha revisado hasta ahora, se producen diversos movimientos de los
componentes que operan dentro de dicho proceso, como por ejemplo la búsqueda de
acceso de la representación psíquica de la pulsión al sistema conciente, su
posterior desarrollo de ramificaciones, el rechazo de la censura y la fuerza
opositora de la resistencia, entre otros. Pues bien, todo el mencionado proceso
lleva consigo una cantidad de energía, en casos algunos siendo mayor su
desgaste y en otras trabajando en función del ahorro. Además los sistemas del
aparato psíquico contienen ya una energía, al iniciar el proceso de la represión.
Cuando la
representación psíquica de la pulsión busca su primer acceso a lo conciente,
lleva consigo una cantidad de energía otorgada por el Inconciente, sin embargo,
el preconciente también tiene una cantidad de energía propia con la que se
defiende de dicho ataque, produciendo un choque de energías, por así decirlo. La
resistencia, en este orden de ideas tiene como función cuantitativa, equilibrar
el desgaste de energía psíquica que produce la búsqueda de lo conciente por
parte de la representación y sus ramificaciones, ejerciendo una fuerza
contraria a ellas. Dicho de otro modo, el desgaste de energía psíquica es
grande cuando las ramificaciones se están abriendo camino hacia lo Cc, por lo cual aparece la resistencia
como una fuerza en sentido contrario, que implica ahorro de energía y de este
modo se equilibra el proceso, visto de una forma económica, como Freud lo nombró
en su momento.
Lo anterior implica, además, que la represión trabaja en función de la cantidad
de energía psíquica ligada a una ramificación, más que en función de la
distancia entre la ramificación y el sistema conciente; es decir, a mayor
cantidad de energía psíquica, mayor será la resistencia que implique el proceso,
sin importar cuán cerca está la ramificación del sistema conciente. Esta ultima
parte es mencionada de forma breve por Freud, en el texto sobre lo Inconciente:
“Se aproximan a la conciencia y
permanecen cercanos a ella, sin que nada se lo estorbe mientras su carga es
poco intensa; pero en cuanto ésta alcanza cierta intensidad, quedan rechazados”.
Habiendo mencionado
algunos aspectos sobre las llamadas cargas (también llamadas investiduras) de
energía psíquica, retomaremos algo que dejamos pendiente por razones de orden y
es lo que Freud denominaría, en su obra sobre lo inconciente, tópica y dinámica
de la represión, para brindar mayor claridad sobre el aspecto operacional de la
represión. En el mencionado texto, Freud
precisa que la represión funciona siempre y cuando exista una sustracción de
carga psíquica a la representación de la pulsión por parte del sistema
preconciente. Al quedar descargada la representación o sus ramificaciones,
recibe nuevamente una carga por parte del sistema inconciente, y este proceso
se repite hasta que logre generarse el
cambio de estado de la ramificación junto con su carga y su aparente paso desde
lo inconciente hasta lo conciente. En este orden de ideas aclara Freud: “(…) el paso desde el sistema Icc a otro
inmediato no sucede por una nueva inscripción, sino por un cambio de estado, o
sea, en este caso, por una transformación de la carga”.
Una condición para
que el mencionado proceso de sustracción de carga se pueda producir es que la
representación haya pasado de la forma que tenía en la represión primitiva, a
la de ramificaciones ubicadas en la segunda fase de dicho mecanismo; lo
anterior debido a que en la represión primitiva la representación aun es
inconciente y no ha recibido ninguna carga por parte del preconciente, por lo
cual la sustracción no sería posible aun. Prosiguiendo con el intento de
esclarecer el aspecto concerniente a la carga y la contracarga, sería
importante que mencionemos a modo de síntesis, que, como lo hemos observado en
párrafos anteriores, la representación contiene una carga de energía psíquica otorgada
por lo inconciente a fin de que en algún momento, en el caso de vencer a la
censura, pueda acceder al sistema conciente. El preconciente, cuya labor es
inevitable en función del recorrido que realizan las ramificaciones en su
búsqueda de acceso a lo conciente, se defiende de dichos ataques con algo que
en la obra de Freud se conoce como contracarga (contrainvestidura), producto de
la energía que el Prcc le sustrae a la representación, por lo cual el
inconciente vuelve a otorgar energía a la misma y ésta le es sustraída una y otra vez por el
preconciente de forma continua, hasta que se da la mencionada transformación y
logra acceder al sistema conciente. Precisamente, en ese acceso a lo conciente
esta representación, puede tomar diversas formas como lo son palabras,
emociones y/o síntomas, entre otras, y exteriorizarse.
Freud, realiza una
mención del llamado factor cuantitativo de la representación de la pulsión,
mencionando 3 posibles destinos descubiertos a partir de su experiencia en el
psicoanálisis: “La pulsión es sofocada
por completo, de suerte que nada se descubre de ella, o sale a la luz como un
afecto coloreado cualitativamente de algún modo, o se muda en angustia.” En el caso de transformación de la
representación pulsional, en angustia se puede afirmar que la represión, como
tal, fracasa debido a que su función de evitar el displacer no se ha logrado
cumplir, pues si bien se transformó la
representación en un síntoma, igual la sensación que éste produce tras su
llegada a lo conciente, es displacentera. Esto sucede en las neurosis de
transferencia donde entra a jugar un papel importante el fenómeno del
desplazamiento. Para explicar dicha situación, Freud acude a 3 casos
específicos a modo de ejemplo, en su trabajo sobre la represión: La histeria de
angustia, la neurosis obsesiva y la neurosis de conversión.
Para el caso de la
histeria de angustia, la formación sustitutiva (o ramificación transformada)
que ha llegado al sistema conciente, al
ser detectada por éste huye en forma de un síntoma, por ejemplo la fobia. Freud
precisamente en su obra acude a un ejemplo de zoofobia para explicar de forma más
amplia este apartado, mencionando de entrada un factor libidinal de la hija
hacia su padre, lo cual le impide una relación asertiva con él, sin embargo,
después de realizado todo el proceso de la represión de dicha pulsión, con el
pasar del tiempo aparece una fobia en la paciente, y a su vez la relación con
su padre mejora. Lo anterior explica las primeras líneas de este párrafo,
puesto que la representación de la pulsión, alcanzó una formación sustitutiva
que se hizo conciente y se exteriorizó en forma de zoofobia, “disfrazando” así
la pulsión reprimida en principio (deseo hacia el padre). En este caso la
represión, como ya lo mencionábamos, no logra su objetivo, pues el displacer
continúa aunque no en la forma original, sino en forma de fobia, por lo cual
puede decirse que fracasó.
En la neurosis obsesiva,
el proceso represivo funciona de la siguiente manera: En la primera fase la
representación o idea se rechaza y el monto de afecto desaparece, logrando así
un éxito parcial por parte de la represión. La formación sustitutiva que aquí
surge es una modificación del yo,
que no precisamente consiste en ser un síntoma, pero se ha servido para su
formación de la intensificación de lo opuesto, es decir que el afecto rechazado
anteriormente regresa en forma de angustia, sea ésta de tipo social, moral,
escrúpulos o reproches. De modo que la formación sustitutiva se da por
desplazamiento y recae sobre una idea. En este orden de ideas, la represión,
fracasa puesto que se desapareció el monto de afecto de la representación, pero
ésta, logró, de igual forma acceder al sistema conciente en forma de idea
obsesiva, lo cual supone displacer para el yo del sujeto.
Finalmente, el
tercer ejemplo que cita Freud es el de la neurosis de conversión, en el cual
explica el proceso represivo con un funcionamiento muy similar al que se genera
en la neurosis obsesiva, a diferencia de que si bien el monto de afecto es
sofocado, logrando aquí un éxito parcial, por su parte las múltiples
formaciones sustitutivas aquí aparecen, suponiendo un fracaso de la represión,
ya que se van a exteriorizar en forma visible de síntoma, siendo éste
somatizado por el sujeto y produciéndose lo posterior al génesis del síntoma en
este tipo de pacientes.
Habiendo realizado
la anterior aproximación, buscando esclarecer algunos de los aspectos
fundamentales del concepto de la represión, cabe destacar que si bien se
abordan temáticas sobresalientes, se dejan muchas otras de lado en función de
la amplitud y complejidad de las mismas; sin embargo, en la búsqueda de una
construcción conceptual a partir de la obra de Freud sobre dicho término,
podemos afirmar que la represión cobra mucha importancia en el estudio del
psicoanálisis, debido a que de este mecanismo se derivan cantidad de conceptos
y operaciones de carácter psíquico, fundamentales para comprender el
funcionamiento del aparato psíquico y sus diferentes componentes. Por su parte,
es válido resaltar que ésta no es más que una invitación al lector, a seguir reinventando
la teoría a partir de su lectura e investigación continua, sobre los diversos
fenómenos que actúan en la psiquis humana, sin suponernos un saber absoluto de
los mismos, siguiendo la invitación del mismo Freud cuando afirma:
“No, nuestra ciencia no es una ilusión. Sí lo seria creer que podríamos obtener de otra parte lo que ella no puede darnos.”
AUTOR:
RICARDO PAREDES-PSICOLOGO
REFERENCIAS
BIBLIOGRAFICAS:
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FREUD, Sigmund, BREUER, Josef.
Sobre el mecanismo psíquico de los fenómenos histéricos: comunicación
preliminar. En J. L. Etcheverry (Traduc.), Obras completas: Sigmund Freud (Vol.
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FREUD, Sigmund. Autobiografía.
En L. López-Ballesteros y de Torres (Traduc.), Obras completas: Sigmund Freud
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En L. López-Ballesteros y de Torres (Traduc.), Obras completas: Sigmund Freud
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La Represión. En J. L. Etcheverry (Traduc.), Obras completas: Sigmund Freud
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Fragmentos de la correspondencia con Fliess-Carta 79. En J. L. Etcheverry
(Traduc.), Obras completas: Sigmund Freud (Vol.1) Buenos Aires-Argentina:
Amorrortu Editorial. (1984) (Trabajo
original publicado 1897)
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Lo Inconciente. En L. López-Ballesteros y de Torres (Traduc.), Obras completas:
Sigmund Freud (Vol.6). Madrid-España: Biblioteca Nueva. (2001) (Trabajo
original publicado 1915)
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El Porvenir de una Ilusión. En J. L. Etcheverry (Traduc.), Obras completas:
Sigmund Freud (Vol.21) Buenos Aires-Argentina: Amorrortu Editorial. (1984) (Trabajo original publicado 1927)
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y J.B Pontalis, Diccionario de Psicoanálisis (6ª Reimpresión). Buenos
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