jueves, 10 de abril de 2014

PANTALLA GLOBAL, REDES VIRTUALES Y SUBJETIVIDAD: REFLEXIONES PARA UN TEMA DE ESTUDIO. [1]




Por: Psi. Ricardo Paredes.

El artículo escrito por el profesor John James Gómez, (2010) realiza una breve pero cuidadosa revisión del tema de las redes sociales y pantallas, como medio de comunicación global. Inicia el artículo retomando un pertinente fragmento de una obra de Laurent (citado por Gómez, 2010), en el cual este importante autor introduce una aseveración respecto al psicoanálisis y las nuevas formas de interacción:

“(…) ¿No plantean la posibilidad de que cada persona pueda trasvolar su propia subjetividad a un ámbito colectivo? La tarea del psicoanálisis es llamar la atención sobre las mentiras de la civilización” (2010)

Gómez propone un aspecto fundamental como réplica al comentario de Laurent, planteando que las computadoras pueden entenderse como prótesis de las funciones humanas de las cuales nos servimos para fines de comunicación con los otros. En otras palabras la computadora puede ser entendida como extensión del cerebro, y más adelante también afirma el autor, como una extensión de la memoria. En este orden de ideas las computadoras y en general, los elementos tecnológicos que hoy en día nos rodean, se constituyen en un importante, talvez el más importante hoy por hoy; “medio de conexión con el “mundo entero” a partir de la internet” (Gómez, 2010). “Esto ha implicado significativas variaciones, por un lado, en las categorías de tiempo y espacio y, por otro, en la manera en que los sujetos establecen y conciben el lazo humano” (Gómez, 2010). Cartas que antes atravesaban continentes mientras las agujas del reloj pasaban, hoy en día se envían y reciben en cuestión de segundos.

Sin embargo el tiempo real a partir de los avances tecnológicos es caracterizado “por el movimiento y el intercambio sin necesidad del desplazamiento en el espacio físico, pues se soporta en una nueva forma de espacio, a saber, el ciberespacio” (Gómez, 2010). Se anula la noción de tiempo mediante este concepto, puesto que en tan solo segundos la información puede recorrer el mundo entero. Por si esto fuera poco, los avances tecnológicos fueron mas allá e incorporaron las cámaras web (que funcionan como los ojos del otro), y los micrófonos (Haciendo las veces de recepcionar la voz del sujeto para ser llevada a otro lugar del planeta); permitiendo que los sujetos interactúen ahora “cara a cara, mediadas, claro está, por la pantalla” (Gómez, 2010).  Entre otras funciones ya mencionadas mediante internet, también se pueden hacer ciber-viajes a lo largo del mundo, desde la casa y en tiempos, otrora impensables, por lo cual “si alguna vez el hombre soñó con viajar a la velocidad del pensamiento, internet, es de seguro lo más parecido a la  realización de ese sueño” (Gómez, 2010), ofreciéndole al sujeto la posibilidad de actuar de forma interactiva con el mundo que se muestra en este medio de comunicación.

El autor nos habla de la omnipantalla a la cual se refiere Lipovetsky (Citada por Gómez, 2010), quien afirma al respecto: “en menos de medio siglo hemos pasado de la pantalla espectáculo a la pantalla comunicación, de la unipantalla a la omnipantalla”, y esto no se refiere a otra cosa distinta al cambio de dicha posición pasiva que se tenía anteriormente frente al TV, y que ahora es activa gracias a la diversidad de pantallas existentes en nuestros días (PC, Tablet, Iphone, móviles, etc.). 

Gómez, retoma en un comentario ulterior, los conceptos de intimidad y soledad, desde el recorrido por la edad media, época en la cual eran “atípicas e incluso tachables” (2010), las personas que se conducían así, por el alto contenido grupal de las relaciones humanas de aquel entonces en que “la vida transcurría ante la mirada publica” (2010); Hasta llegar a la subjetividad humana, esa que propone instantes y elementos propios de la intimidad y la soledad. Pero a esto no se llego por casualidad, fue un proceso de transformación el que permitió que la sociedad modificara su forma de relacionarse a sus semejantes respecto al concepto de intimidad. El hogar fue un pilar que posibilito dicha transformación, puesto que se convierte en “(…) un refugio donde el yo se sentía resguardado, donde estaba permitido ser uno mismo” (Sibilia citada por Gómez, 2010), convirtiéndose la soledad en un objeto de deseo para los sujetos, quienes se iniciaron con procesos tales como la lectura de novelas y la elaboración de diarios, como medio para construir su propia subjetividad. Pues bien en contraste a dicha época, hoy en día aparecen el “diario extimo, según un juego de palabras que busca dar cuenta de las paradojas de esta novedad, que consiste en exponer la propia intimidad en las vitrinas globales de la red” (Sibilia citada por Gómez, 2010)  Hoy en día el perfil:

 “(…) se constituye en el habitáculo o lugar de residencia del usuario en el ciberespacio. Lo que allí se presenta puede entenderse como una construcción a partir de fotografías, información y pequeños relatos, de la imagen que cada quien desea presentar ante los otros; podríamos decir que se trata de crear una pequeña ficción de la intimidad que se presenta ante los ojos del Otro, lo cual daría cuenta de cómo en esta era el aforismo Lacaniano “El deseo es deseo del otro”, se manifiesta en el retorno a la vida psíquica en la que se expone, a través de la pantalla global una nueva intimidad, una extimidad” (Gómez, 2010).

Lo anterior tiene efectos sobre la sociedad dado que en este orden de ideas el sujeto puede estar muy ocupado, dentro de su soledad… puede estar inmerso en diálogos con otros, sin siquiera conocer su rostro, sus expresiones o su lugar de origen…pueden tener muchos amigos, tan solo con aceptar su invitación para serlo, obviando incluso las palabras mínimas requeridas para establecer tal relación, ya que la misma red se encarga de ello. “Esto se debe a la ilusión de que en ese ciberespacio siempre hay Otro, en apariencia continuo, pues, sin importar la hora, se puede acceder al facebook (…) e interactuar con los perfiles de otros usuarios, lo que no siempre significa interactuar con otros usuarios, pues se trata, sobre todo, de observar las imágenes y los pequeños relatos que quedan como imagen eternizada de esos otros” (Gómez, 2010) En este orden de ideas ya se puede elucidar en cierto modo la ruta que recorren las redes sociales, puesto que de acuerdo a la lectura del texto de Jonh James Gómez (2010), el tema de las relaciones sociales establecidas mediante las R.S.V, tienen que ver con una ilusión, esa de la cual Freud (1927) diría: 

“lo característico de la ilusión es que siempre deriva de deseos humanos; en este aspecto se aproxima a la idea delirante de la psiquiatría, si bien tampoco se identifica con ella, aun sin prescindimos del complejo edificio de la idea delirante. Destacamos como lo esencial en esta ultima su contradicción con la realidad efectiva; en cambio, la ilusión no necesariamente es falsa, vale decir irrealizable o contradictoria con la realidad”.

Frente a lo anterior, precisamente las redes sociales se constituyen como eso no contradictorio a la realidad, ya que ocurren,  sin embargo se retoma a Freud en el sentido de que dicha ilusión va ligada en estos usuarios a su inmersión en el mencionado ciberespacio, que les permite asumir una posición activa frente a los vínculos sociales que pueden establecer por este medio, con la ayuda de las pantallas interactuando no con la pantalla, o la maquina, sino con la imagen de otros a través de las R.S.V, lo que cautiva a muchos y produce temor en otros, no precisamente ahora, sino desde que esta transformación se comenzó a gestar.

“Temo el día en que la tecnología sobrepase nuestra humanidad. El mundo solo tendrá una generación de… perdidos/desconectados”


Albert Einstein








REFERENCIAS:

Gómez, J.J. (2010). Pantalla Global, redes Virtuales y Subjetividad: Reflexiones para un Tema
de Estudio. Recuperado de: Revista electrónica de Psicología Social Poiésis.

Freud, S. (1927). En: Gómez, J.J. (2010). Pantalla Global, redes Virtuales y Subjetividad: Reflexiones para un Tema
de Estudio. Recuperado de: Revista electrónica de Psicología Social Poiésis.


Laurent, E. (2010). En: Gómez, J.J. (2010). Pantalla Global, redes Virtuales y Subjetividad: Reflexiones para un
Tema de Estudio. Recuperado de: Revista electrónica de Psicología Social Poiésis.


Lipovetsky, G; y Serroy, J. (2009). En: Gómez, J.J. (2010). Pantalla Global, redes Virtuales y Subjetividad:
Reflexiones para un Tema de Estudio. Recuperado de: Revista electrónica de Psicología Social Poiésis.


Sibilia, P. (2008). En: Gómez, J.J. (2010). Pantalla Global, redes Virtuales y Subjetividad: Reflexiones para un Tema
de Estudio. Recuperado de: Revista electrónica de Psicología Social Poiésis.


[1] Reseña del texto: Gómez, J.J. (2010). Pantalla Global, redes Virtuales y Subjetividad: Reflexiones para un Tema de Estudio. Recuperado de: Revista electrónica de Psicología Social Poiésis.

domingo, 6 de abril de 2014

“EL PRIMER PSICOANALISIS SALVAJE”; APROXIMACION DESDE LA LECTURA DEL “CASO CATALINA”.[1]




Por: Ricardo Paredes.[2]

En las vacaciones de 1893[3], Freud, realiza una excursión a los Alpes Austriacos a fin de descansar y “(…) olvidar por un tiempo la medicina y, en particular, las neurosis (…)” (p.141). Uno de esos días de caminata hacia un retirado monte “famoso por el paisaje que ofrecía y por su bien atendido refugio” (p.141); lo aborda una joven de aproximadamente 18 años de edad y le pregunta: “El señor es médico, ¿verdad?” (p.101)[4]. Es así como Freud introduce su historial clínico sobre una de sus pacientes, a quien nombraría Catalina (o Katharina).[5]

Catalina, trabajaba en el refugio donde Freud almorzó aquel día, durante su caminata sobre los Alpes de Austria, y fue quien le sirvió el almuerzo según la narración de Freud con un “(…) marcado gesto de mal humor, y a la que la hostelera había interpelado varias veces con el nombre de Catalina” (p. 101), razón por la cual Freud, conoció su nombre, interpretando además que dicha joven no era una simple empleada de la hostelera, sino una pariente o su propia hija, por la vestimenta que llevaba puesta. Continuando con el relato de Freud sobre la interrogación de si era medico, el responde:

 “Si, soy médico, ¿Cómo lo sabe usted?” (p. 101), a lo cual Catalina responde: “Lo he visto al inscribirse en el registro de visitantes y he pensado que podría dedicarme unos momentos. Estoy enferma de los nervios. El médico de L., al que fui a consultar hace algún tiempo, me receto varias cosas, pero no me han servido de nada” (p. 101).

Es en este momento cuando la demanda de Catalina se hace evidente, por lo cual de entrada este se considera uno de los casos  fundadores de la psicoterapia breve, no precisamente por el tiempo cronológico de su desarrollo, sino por la aparición de los tres tiempos lógicos en el caso, durante el dialogo entre Freud y la joven. “Interesándome el hecho de que las neurosis florecieran también a dos mil metros de altura, comencé a interrogarla, desarrollándose entre nosotros el siguiente dialogo (…)”:

“- Bien. Dígame usted: ¿Qué es lo que siente?
 - Me cuesta trabajo respirar. No siempre. Pero a veces parece que me voy a ahogar” (p. 101).

En este punto Freud empieza a ubicar el caso en un posible ataque de angustia, en el cual sobresale el ahogo. Continuando con el relato Catalina le describe a Freud sus síntomas:

“- Me dan de repente. Primero siento un peso en los ojos y en la frente. Me zumba la cabeza y me dan unos mareos que parece que me voy a caer. Luego se me aprieta el pecho de manera que casi no puedo respirar (…),
- Y en la cabeza, ¿nota usted algo más de lo que me ha dicho?
- Si, me late como si fuera a saltárseme.
- Bien. ¿Y no siente usted miedo al mismo tiempo?
- Creo siempre que voy a morir. Y eso que de ordinario soy valiente (…). Pero cuando me da eso no me encuentro a gusto en ningún lado y se me figura que detrás de mí hay alguien que me va a agarrar de repente” (p.101-102).

En el anterior dialogo, se puede observar claramente dos elementos claves, propios de aquel momento en el que se encontraba el psicoanálisis cuando este caso se suscitó. Por un lado un Freud  que en tanto analista, incluye su interpretación para el planteamiento de interrogantes con los cuales pretende comprobar una hipótesis de que el caso en cuestión tiene que ver con ataques de angustia presentados “(…) como signos del aura histérica (…)” (p.102), y en un segundo momento una analizante que frente al supuesto saber que le otorga al analista, se deja llevar por esas preguntas para permitir el desarrollo de la sesión. Para Freud entonces se trataba de “(…) un ataque histérico que tenía por contenido la angustia (…)” (p.142), y en busca de otro posible contenido pregunta:

“- ¿Piensa usted siempre lo mismo, o ve algo frente a si cuando tiene el ataque?
- Si, siempre veo un rostro horripilante; me mira tan espantosamente; yo le tengo miedo.
- (…) ¿Reconoce usted ese rostro? (…)
- No.
- ¿Sabe usted de donde provienen sus ataques?
- No “(p. 142).

En el apartado anterior se observa claramente la demanda de Catalina, de conocer los motivos de su padecimiento, a lo cual alude María Cristina Tenorio, en uno de sus textos mencionando al respecto lo siguiente: “Toda demanda de análisis es la demanda de un saber pues lo que trae el analizante futuro al consultorio del analista es una pregunta que se hace urgente e imposible de callar: ¿por qué?” (1988).  En este orden de ideas no es Catalina la excepción, frente a lo cual Freud busca la forma de abrirse paso a dicha pregunta, lanzando el siguiente interrogante refiriéndose a los ataques de angustia de la joven: “¿Cuándo le dio el primero?” (p.102). A partir de la pregunta del analista, Catalina inicia su narración de lo sucedido: “Hace dos años, cuando estaba aun con mi tía en la otra montaña. Hace año y medio nos trasladamos aquí, pero me siguen dando los ahogos.” (p. 102). Frente a esto Freud interpreta que el caso se trata de “adivinar con acierto” (p. 102), la génesis de la angustia que manifestaba la joven, y relacionando este caso a otros de su experiencia clínica, se planteó una nueva hipótesis y tenía que ver con que la proveniencia de la angustia de Catalina se inscribía en el “horror que acomete a un espíritu virginal cuando surge por vez primera ante sus ojos el mundo de la sexualidad” (p. 102). En este punto Freud interviene puntualizando con una afirmación que dirige a Catalina, en relación a que   dichas perturbaciones se deben a un momento antes de padecerlas,  en el cual ella debió haber visto u oído algo que le avergonzó mucho, “algo que prefería usted no haber visto” (p. 102), agrega, frente a lo que la joven responde:

“- ¡Si, por cierto! Sorprendí a mi tío con una muchacha: con mi prima Francisca (…), Mi tío, el marido de esta tía mía a quien acaba usted de ver, tenía entonces con ella una posada en X. Ahora están separados por mi culpa, pues por mi se descubrieron sus relaciones con Francisca (…)” (p.102).

Catalina narra, que un día llegaron dos excursionistas a la posada y ante la ausencia de su tía, quien no estaba en casa, la que estaba a cargo de la cocina era Francisca, pero no aparecía por ningún lado, ni ella ni su tío. Catalina y su primo Alois, se dedican a buscarlos por toda la casa y cuando la joven se acerca a la ventana del cuarto de su tío, lo observa a este teniendo relaciones con Francisca. En ese preciso momento Catalina siente su primer ahogo, y los síntomas que se le presentan hasta el momento (pesadez en los ojos, y le latía la cabeza como si fuera a romperse). “(…) ¿Comprendió usted lo que estaba pasando, o se formo alguna idea de ello?” (p. 103); Exclamo Freud, “(…) Por entonces no comprendí nada. No tenía más que dieciséis años, y ni me imaginaba siquiera tales cosas. No sé realmente de que me asuste (…) Me asuste tanto, que lo he olvidado todo” (p. 103). Posteriormente se interroga a Catalina sobre si el rostro que  la asusta es el de Francisca o el de su tío, mencionando que es de un hombre pero no puede ser el de su tío, puesto que en ese momento la habitación estaba oscura y no pudo observar claramente su rostro y de haberlo visto asume “(…) no tendría en aquel momento una expresión tan horrorosa” (p. 103). Posterior al evento, Catalina cuenta que se sintió muy mal, que no podía dejar de pensar en aquel momento y el siguiente domingo trabajo todo el día sin descanso, sin embargo el lunes volvió a sentir el ahogo y esta vez acompañado de un vomito permanente durante 3 días los cuales no pudo trabajar y mantuvo en cama.  Esto lo explica Freud, desde la asociación que tiene el vomito con el concepto de asco o repugnancia propio de la sintomatología histérica, por lo cual realizó una observación sobre el asco que le pudo haber generado el descubrimiento de su tío y Francisca. “Si, debí sentir asco. Pero ¿de qué? (…) Había poca luz para poder ver algo. Además estaban vestidos. Por más que hago no puedo recordar que es lo que me dio asco” (p.104).

Posteriormente Catalina continua su relato manifestando que su tía la interrogó al verla sospechosa de algo, por lo cual terminó contándole lo sucedido y frente a esto, las fuertes discusiones y el embarazo de Francisca, forzó a que los tíos de Catalina se divorciaran y ésta se trasladara con su tía y sus primos a L. el sitio donde trabajaban y vivían cuando conoció a Freud. Desde ese momento cuando Catalina y su tío se cruzan, este muestra un rostro intimidante lleno de ira hacia ella parecido al que suele observar cuando tiene la sensación de ser perseguida por alguien. En este momento de forma inesperada, Catalina, comienza a narrar dos acontecimientos que ocurrieron dos o tres años antes del suceso traumático. El primero tiene que ver con una ocasión en la que acompaño a su tío al valle, y se hospedaron en una posada. Mientras estaba dormida sintió el cuerpo de su tío junto a ella, en la misma cama, a lo cual reaccionó con enojo diciéndole a su tío que eso no estaba bien y que lo mejor era que duerma en su cama, mientras el tío exclamó: “¡Calla, tonta! No sabes tú lo bueno que es eso” (p. 104). Después de discutir con su tío él se quedó dormido y ella fue a la otra cama a conciliar el sueño. Cuando Freud interroga sobre el suceso, al parecer la joven en aquel momento ignoraba la connotación sexual de dicho suceso, lo que le incomodó era compartir cama con su tío, pero nada más. “(…) manifestó  en efecto, que hasta mucho después no había comprendido las verdaderas intenciones de su tío” (p.104). El segundo suceso que Catalina narró, tiene que ver con una agresión sexual por parte de su tío, un día que estaba borracho. En este momento Freud interroga sobre la sensación de ahogo en aquellos momentos, a lo cual Catalina responde que los sentía en menor intensidad que cuando descubrió a su tío con Francisca. Seguido a esto cuenta la joven a Freud, que ella sospechaba ya de la relación que sostenía su prima Francisca con su tío, dado que en una ocasión descubrió que este, estaba a punto de entrar al cuarto de Francisca, y cuando      

 Catalina le pregunto a su tío que hacia entrando ahí, este exclamo, “(…) me he equivocado” (p.105).

Curiosamente al finalizar, con su relato, Freud narra que Catalina mostró una “(…) transformación. En su rosto, antes entristecido y doliente, se pinta ahora una expresión llena de vida” (p. 105). Es en este momento cuando Freud desde su interpretación, hace la observación a la joven diciéndole: “Ya sé lo que pensó usted cuando advirtió lo que sucedía en la habitación de su tío. Seguramente se dijo usted: Ahora hace con Francisca lo que quiso hacer conmigo aquella noche y luego las otras veces. Esto fue lo que le dio a usted asco, haciéndole recordar la sensación que advirtió al despertar por la noche y notar el cuerpo de su tío junto al suyo” (p. 105).

Catalina después de cruzar algunas palabras con Freud, prefiere evitar seguir profundizando sobre el tema, de todos modos, dice Freud: “(…) solo me resta agradecerle que resulte tanto más fácil hablar con ella que con las mojigatas damas de mi practica urbana, para quienes todas las cosas naturales son obscenas” (p. 147). El único punto que según Freud quedaba por resolver, era la proveniencia de la alucinación del rostro que producía horror en la joven, por lo cual hace una interrogación final al respecto, manifestando Catalina lo siguiente: “Si, ahora lo sé: la cabeza es la de mi tío, ahora la reconozco; pero no de aquel tiempo. (…) El rostro que yo ahora veo siempre es su rostro cuando estaba furioso” (p. 147).

En este punto Freud empieza a sacar sus primeras conclusiones sobre el caso:

“Estas palabras me recordaron que el primer síntoma de la histeria, o sea, los vómitos, desapareció a poco, subsistiendo el ataque de angustia con un nuevo contenido (…) No puede tampoco extrañarnos que el símbolo mnémico procediese, precisamente de esta época ulterior, durante la cual se sucedieron de continuo en la casa las escenas violentas (…), pues por tales circunstancias fue esta una época de acumulación y retención para la paciente” (p. 106).

Epicrisis del Caso.



En esta parte Freud menciona que de aceptar la precisión de su interpretación, “(…) podremos considerar las dos series de sucesos eróticos como factores traumáticos, y la escena del descubrimiento de la pareja, como un factor auxiliar” (p. 106). Lo que argumenta Freud al respecto es que los dos acontecimientos en los cuales el tío, acosó a Catalina, crearon un contenido conciente, “(…) excluido de la actividad mental del yo” (p. 107), y permanecieron sin modificación alguna, hasta el momento del descubrimiento de la pareja, ya que es aquí donde se creó una “(…) conexión asociativa de dicho grupo aislado con el yo” (p. 107). La razón de la exclusión mencionada es la “(…) ignorancia, que le impide toda elaboración de las experiencias sexuales. Desde este punto de vista puede considerarse típico el caso de Catalina. En el análisis de toda histeria basada en traumas histéricos comprobamos que impresiones de la época presexual, cuyo efecto sobre la niña ha sido nulo, adquieren más tarde como recuerdos, poder traumático, cuando la adolescente o ya mujer, llega a la comprensión de la vida sexual” (p. 107). Por último Freud, menciona una particularidad más en este caso y es la evidente “incubación” (p. 107), de los fenómenos histéricos, ya que no se manifiestan después del trauma, sino después de un tiempo, que Charcot (citado en Freud, 1893) denominaba “época de elaboración psíquica” (p. 107). En este caso la angustia que padecía Catalina según Freud, se relaciona con muchos casos similares, en los cuales la causa es una sospecha de relaciones sexuales en sujetos virginales.

Cabe revisar en este momento el pie de página que realiza Strachey, en el cual Freud explica mediante una nota agregada en 1924, un dato de vital trascendencia para la posterior revisión de este caso:

“Después de tantos años, me atrevo a infringir la discreción entonces observada y a indicar que Katharina no era la sobrina, sino la hija de la hospedera. Vale decir que la muchacha había enfermado a raíz de unas tentaciones sexuales que partían de su propio padre. Una desfiguración como la practicada por mí en este caso debería evitarse a toda costa en un historial clínico. Naturalmente, no es tan irrelevante para entenderlo como lo sería por ejemplo, el traslado del escenario de un monte a otro” (p.149-150).

La nota anterior puede tener efectos de división del modo en el que se revise el caso, puesto que en este momento toma un sentido de error del cual el lector interesado de algún modo en el ejercicio analítico, debe servirse a fin de observar aspectos importantes que pueden evitarse tal como lo sugiere Freud, por la relevancia de los datos en este caso “desfigurados”.

El presente caso data de 1893, aunque en las obras completas no se especifica el año, investigaciones posteriores, lograron precisar algunos aspectos de los pacientes que atendió Freud. En el caso que nos compete, Aurelia Kronich, es el nombre real de “Catalina”. El texto corresponde al compilado de Estudios sobre la Histeria, ubicado entre 1893 y 1895. Los primeros que revelaron la verdadera identidad de Catalina fueron Hirschmuller y Fichtner, en 1895, revelando que Kronich fue la segunda “hija de una pareja de ricos hoteleros vieneses. El padre, Julius Kronick, sedujo en efecto a Barbara Göschl, su sobrina política, cuando ésta tenía 25 años. Más tarde se casó con ella, y tuvieron dos hijos. En cuanto a Aurelia, se casó con un húngaro, tuvo seis hijos, y en 1903 volvió a vivir en los Alpes austríacos, donde murió veintiséis años más tarde” (Roudinesco y Plon, 1998).

Recordemos que Freud, “atendió” a la llamada Catalina a sus 37 años, antes de abandonar por completo la hipnosis y el método catártico de su ejercicio terapéutico, por lo cual en algún momento del análisis menciona que consideró la hipnosis como alternativa, sin embargo prefiere entablar un diálogo más fluido con la joven. Por su parte, si tenemos en cuenta el año en que se desarrolló el caso, resulta bastante interesante la forma como Freud lo aborda, si bien incluyendo muchos aspectos hoy vistos como impertinentes, como es el caso de la interpretación constante incluida en el desarrollo de la sesión; también manifestando formas muy vigentes como lo es el inicio de la asociación libre como herramienta para llegar al Inconciente. Por algo casos como el de Catalina se consideran fundadores de la asociación libre en el sentido de que a medida del avance en su experiencia, Freud considera que existen otros métodos para emplear en análisis utilizados la mayor parte de veces, en los estudios sobre la histeria; a fin de la cura, distintos a la ya mencionada hipnosis y el método catártico.
        
Peter Swales, consideró que el caso Catalina, es el primer psicoanálisis Salvaje, aludiendo al texto de Freud publicado 17 años más tarde del famoso encuentro con la joven austriaca. Los elementos en los que se fundamenta Swales, para afirmar lo anterior, tienen que ver con que no se tiene en cuenta en él, aspectos como la transferencia, y las resistencias presentadas en la paciente, sino que en tanto que salvaje, el análisis se remite al contenido reprimido, revelado desde la interpretación del practicante. El psicoanálisis salvaje se define por la falta de experticia para llevar a cabo un proceso analítico, debido ya sea a carencia de fundamentos teóricos suficientes, o a no haber experimentado un análisis personal, antes del ejercicio clínico. En el caso de Catalina, uno de los principales argumentos de Swales para denominarlo como el primer psicoanálisis salvaje, tiene que ver claramente con la siguiente premisa:

“(…) constituye un error de técnica lanzar bruscamente al rostro del paciente, durante la primera visita, los secretos que el médico ha adivinado” (Laplanche y Pontails, 1996)

Premisa que por cierto, Freud abandona en el caso puesto que a medida que Catalina narraba su situación, este la puntualizaba desde su interpretación, o su deseo de: "adivinar con acierto” (p.102) por lo cual años más tarde reconoce su error, referido a este aspecto y al parentesco que Catalina contó de forma verosímil en relación a su tío, quien realmente era su padre, por eso mencionaba Sigmund Freud que:

“La verdad al cien por cien, existe tan poco como el alcohol al cien por cien” (Freud).
 Santiago de Cali, Marzo 2014.

Referencias

Freud, S. y Breuer, J. (1893-1895). Estudios Sobre la Histeria. Obras
Completas, I Tomo. Madrid-España: Biblioteca Nueva.

- (1893-1895). Estudios sobre la Histeria. Obras Completas. Tomo II.
Buenos Aires-Argentina: Amorrortu editores.

Laplanche, J. y Pontails, J.B. (1996). Diccionario de Psicoanálisis. Buenos
Aires-Argentina: Paidós.

Roudinesco, E. y Plon, M. (1998). Diccionario de Psicoanálisis. Buenos Aires-
Argentina: Paidós.

Tenorio, M.C. (1988). Consideraciones En Torno A La Construcción Del Caso
Clínico En Psicoanálisis. Paris-Francia: Cuadernos de Psicología.
 


[1] Reseña del texto: Freud, Sigmund y Breuer, Joseph. (1893-95).Estudios sobre la Histeria: Caso 3: Catalina (1893), Obras Completas, I Tomo. Madrid-España: Biblioteca Nueva. pp.101- 107.
[3] El año no se precisó en el texto original, sin embargo mediante investigaciones, se logró determinar el año de dicho encuentro. Ver Pág. 9 en este texto.
[4] Se menciona Catalina en la traducción de López Ballesteros y Katharina en la traducción de Echeverry.
[5] Para la reseña se utilizaron las dos traducciones al español, y esta es la razón de la disparidad de los números de página de las citas, a lo largo del texto.