domingo, 6 de abril de 2014

ELABORACION Y PUBLICACION DE UN CASO CLINICO, EN PSICOANALISIS



Por: Ricardo Paredes.[2]



            Según el planteamiento de Erik Porge (citado por Tenorio, 1988) es importante tener en cuenta lo siguiente: “Si Queremos hacer psicoanálisis, ¿Qué hacer con lo que las personas nos dicen?, ¿de qué hacer caso?”(p.69). Pues bien el primer enunciado (Si queremos hacer psicoanálisis) es el elemento que María Cristina Tenorio, en su texto, intenta exponer. Muestra su interés por aclarar el quehacer del analista desde su propio interés por ejercer el psicoanálisis. Se destaca la puntualidad con la que Alérini (citado por Tenorio, 1988), destaca que: “no puede ser obra de un clínico no psicoanalista, quien utilizaría una técnica de la entrevista, referencias teóricas, normas establecidas y un sistema de criterios supuestamente psicoanalíticos” (p.69). Lo anterior no es más que una aproximación a la premisa de que el psicoanálisis es una ciencia particular que a s u vez se constituye en un método de investigación, del cual puede resultar la construcción de un caso clínico.
En un segundo momento la autora vuelve a retomar el enunciado de Porge (1987): “¿Qué hacer con lo que la persona nos dice?” (p.69). Pues bien, es muy interesante el paralelo que realiza Tenorio, con las distintas psicoterapias en relación al psicoanálisis, por ejemplo la psiquiatría y su objetivación del paciente concibiendo al síntoma como un signo y no como un significante; De igual manera las psicologías que buscan comprender al paciente, lo que plantea un problema de entrada mencionado en la obra inicial de Lacan (citado por Tenorio, 1988), cuando mencionaba que “a menudo vale mas no comprender para pensar, y se pueden galopar leguas y leguas de comprensión sin que resulte de ello el menor pensamiento” (1958) y esto inscribe al psicólogo en el campo de lo imaginario permitiéndole hacer intercambios de sentimientos con el paciente, propios de dicha lógica (la imaginaria). Finalmente menciona el ejemplo del movimiento psicoanalítico norteamericano, el cual se identifica como una psicología del Yo, suponiendo una “parte sana” (p.70) de este y asumiendo al analista al mismo nivel del analizante.
Las primeras conclusiones que propone Tenorio sobre este aspecto, tienen que ver con una invitación a dos aspectos primordiales:

-          No oír para acomodar el discurso en una teoría preestablecida, ya que esto tendría fines de una dirección de la cura enfocada en la objetivación del paciente y estandarización de discursos propios de la subjetividad de cada analizante.

-          Oír para que el paciente se sirva de esa escucha que el analista brinda; “que el analista se convierta en el objeto causa del deseo durante las sesiones analíticas” (Gallo, 2014), y no brindar una escucha en la cual la interpretación del analista tenga efectos perturbadores en el proceso.

Además agrega que el caso solo tiene lugar si el analista lo permite, no puede haber caso si lo que surgen solo son palabras aisladas la una de la otra y el analista pierde la cadena significante que ahí se está gestando con todas sus formas de aparición. Es siguiendo el discurso de su analizante al pie de la letra, como el analista hace caso, es esto lo que le permite producir la lectura que permita que “el sufrimiento ya no tenga que escribirse porque, finalmente lo escrito habrá llegado a su destino” (p.70).

Cabe destacar que el caso clínico en psicoanálisis no siempre tiene sus bases en lo que durante sesión se hable, pues Freud obtuvo elementos valiosos de otras diversas fuentes tales como: el caso Catalina, los recuerdos infantiles de Goethe o Leonardo Da Vinci, observaciones como el juego del carretel “fort-Da” y otros que sirvieron para consolidar algunos elementos que permitieron el ejercicio analítico a Freud en base a ello.

La autora del texto, plantea que el tratamiento analítico es en si la búsqueda de un saber, puesto que sostiene que la demanda del analizante al inicio de una cura tiene que ver con la búsqueda urgente de un saber, representado en ¿Porque?, ¿Qué hago?, ¿Qué puedo hacer?, ¿Cómo debo proceder?, entre otras expresiones con las que el analizante busca un saber depositado en algún lugar que le permita modificar la vida que está llevando, que por cierto le resulta perturbadora y precisamente este supuesto del analizante es el que le permite fundar la transferencia entre él y su analista y además lo que hace del psicoanálisis un ejercicio distinto a cualquiera que busque la introspección (En el sentido de buscar un autoanálisis para conocerse a sí mismo, prescindiendo del ser del analista). Es así como el analizante al identificar su falta, busca un saber perdido en el espacio analítico, sin embargo dicho saber se encuentra en él mismo pero su propio fantasma se resiste a asumirlo como tal. Es algo así como mencionar que el analizante sabe que le falta algo, pero no sabe que es, por lo tanto la cura no se dirige a confirmar eso que ya sabe (la falta), sino a que el sujeto produzca una responsabilidad subjetiva y se haga cargo de su propio discurso. El saber existe solo que esta cifrado en los significantes que emergen durante las sesiones, y es en el tiempo lógico de comprender donde estos empiezan a vestirse de verdades importantes para el sujeto, con lo cual se produce el tiempo lógico de concluir que es cuando el sujeto finalmente resignifica su discurso y esto trae consigo el fin del análisis.

La función del analista en este orden de ideas no tiene que ver con interpretar el discurso de su analizante, sino mas bien con puntualizarlo, ya que el analista no tiene el saber como ya se menciono en renglones pasados, ni tampoco conoce los avatares de la transferencia, el único que sabe es el sujeto del inconciente y el analista debe orientar el proceso permitiendo que cuando se “abran las puertas del inconciente, este no vuelva a cerrarse, sino que siga produciendo significantes valiosos para la cura” (Ramírez, 2014).

“¿Cuál es la relación entre saber privado y el saber publico que constituye el objeto de una publicación?, ¿Cómo se pasa de este saber partículas a un saber general?, ¿En qué momento puede constituirse esta historia singular en elemento o base de una teoría general?” (p. 73). Tenorio manifiesta en este punto algo muy importante para la comprensión de cómo servirse de esos elementos que emergen en el análisis, como base constituyente de investigación; Sin embargo aclara que el saber obtenido de un sujeto no le es aplicable a ningún otro por ende el tratamiento no es investigación en el sentido de producción de una teoría. La investigación psicoanalítica tiene lugar exclusivamente una vez haya finalizado el tratamiento puesto que, cuando la investigación de los elementos surgidos en el tratamiento se consolida antes de la finalización del mismo, este tiende a fracasar en su misión, sin embargo una vez finalizado el tratamiento es pertinente y además “preciado” (p.74) obtener un producto investigativo, consolidando así el caso clínico psicoanalítico, tal como lo planteó el mismo Freud (citado por Tenorio, 1988), quien mencionó:

“La coincidencia de la investigación con el tratamiento es, desde luego, uno de los títulos más preciados de la labor analítica; pero la técnica que  sirve a la primera se opone, sin embargo, al segundo a partir de cierto punto. Antes de terminar el tratamiento no es conveniente elaborar científicamente un caso y reconstruir su estructura e intentar determinar su trayectoria fijando de cuando en cuando su situación, como lo exigiría el interés científico. El éxito terapéutico padece en estos casos utilizados desde un principio para un fin científico y tratados en consecuencia” (p.74)

Los elementos de los cuales se valdrá el analista para construir el caso clínico posterior al fin del tratamiento, tampoco tienen una estructura fija o un reglamento para poderse constituir como tal, su elaboración y consolidación, dependen de la reflexión del analista después del tratamiento; puede ser un interrogante que quedo abierto, un elemento que pueda ser objeto de aclaración o que permita un avance teórico, efectos terapéuticos entre otros que son propios del posterior trabajo reflexivo del analista sobre el caso y su desarrollo. Es así cuando la cura se puede tomar como elemento fundante de una investigación, es decir que “en psicoanálisis no es el caso el que se acomoda a una teoría general, sino la teoría la que se reinventa después de cada caso” (Gómez, 2013)

¿En Qué Consisten Los Datos Que El Analista Va A Utilizar En La Elaboración Del Caso Y Como Los Obtiene? (p.74)

En este punto se debe partir de la premisa de que se buscan los sentidos de los datos más que una “verdad histórica total” (p.75) del sujeto que los trae a escena mediante la palabra. Es por lo anterior que los llamados datos no pueden determinarse antes del desarrollo del tratamiento sino que emergen dentro de ella. El analista (investigador) para tal fin debe ignorar lo que sabe, para que su fantasma no intervenga en el análisis, como diría Lacan jugar al:

 “(…) muerto pero es para hacer surgir al cuarto que va a ser aquí la pareja del analizado, (…) lo que es seguro es que los sentimientos del analista sólo tienen un lugar posible en este juego, el del muerto; y que si se le reanima, el juego se prosigue sin que se sepa quién lo conduce.” (Lacan, 1958)

El analista solo obtiene ese saber, cuando este “se abstiene de querer saber, o de querer comprobar lo ya sabido” (p.76); citando una vez más a Lacan quien afirmaría que: “durante algún tiempo se creyó que los psicoanalistas sabían algo...Pero esa creencia ya no está muy extendida...El colmo de los colmos es que ni siquiera ellos creen en sí mismos. Pero están equivocados, porque precisamente saben mucho. Solo que igual que con el inconciente...y esa es su verdadera definición...NO SABEN LO QUE SABEN” (1972). Es la puntualización del discurso del analizante por parte del analista la que permite finalmente descubrir ese saber que todos ignoran, en otras palabras el analizante logra producir a través del cuerpo del analista un saber, dado que este presta su cuerpo para que el sujeto se sirva de él durante el análisis por lo cual “en psicoanálisis el diagnostico no es un punto de partida sino un punto de llegada” (p. 77) pues este no está ligado a un manual al que se tengan que acomodar los casos de forma procustiana, sino por el contrario es el saber producido en análisis el que da pie al surgimiento de un diagnostico ligado a los significantes surgidos durante el tratamiento. “Es por esta razón por lo que el tratamiento puede considerarse como un momento indispensable de la construcción del saber analítico.” (p. 77) Una vez finalizado el tratamiento y formulado el caso, el analista en tanto investigador, debe revisar la teoría ya existente, discutiéndola y buscando una reformulación de la misma a partir de lo estudiado, en este sentido es válido mencionar que cada caso clínico es una construcción teórica, puesto que permite formular nuevos aspectos en torno a la teoría existente y así confrontarla con la misma.

El Caso Clínico Como Narración.


El analista en tanto investigador, debe cuidarse mucho de confundir el planteamiento del caso clínico en psicoanálisis, con la simple narración textual de todo lo que sucedió dentro del tratamiento. El caso clínico en psicoanálisis, no es una biografía del analizante ni de sus aspectos olvidados en el tiempo y traídos a escena durante las sesiones analíticas; el caso clínico parte de que durante la cura aun no se ha puesto en palabras, por tanto se construye a partir de un ordenamiento discursivo de las razones y explicaciones relativas a la teoría en relación al tratamiento en cuestión. Es dar cuenta de elementos que no deben pasar desapercibidos y que a su vez aporten a la teoría ya establecida, nuevas formas de observar la cura, como lo son los efectos de las puntualizaciones ya mencionadas, los silencios etc., que aportaron en conjunto a orientar la dirección de la cura, el caso clínico en psicoanálisis es “introducir la práctica de la cura en una racionalidad discursiva” (p. 78). Lo que debe aparecer en el caso clínico NO son los elementos de la historia personal del analizante, sino la relación analítica, como esos significantes fueron motivo de perturbación en el sujeto, como esa perturbación estaba ligada a dichos elementos y como estos además se ligan a la teoría general ya establecida.

Las consecuencias prácticas que resultan de lo anterior pueden ser planteadas de la siguiente manera:
-        
       No se puede considerar como caso clínico la aplicación de una teoría a un material de cura u observación. (Cabe resaltar que no se puede encajar el caso en una teoría previamente establecida como un punto de partida)
-          Con la elaboración de un caso clínico no se busca la validación de un trabajo terapéutico realizado mediante su ajuste a una teoría aceptada. (El interés de que el caso aporte a la teoría ya establecida, no tiene que ver con el afán de validarlo como una verdad absoluta e irrefutable, solo con dar cuenta de lo que se debe destacar del caso en relación a la teoría)

Como Registrar El Material Sin Perturbar Las Condiciones del Análisis.

Freud (citado por Tenorio, 1988) plantea en su obra, la dificultad que conlleva registrar la información de la cura por escrito y de igual manera cuando los pacientes han tenido una cura muy prolongada:

“(…) Quien lleva adelante diariamente cinco o seis tratamientos psicoterapéuticos de este género y no puede tomar nota alguna durante las sesiones pues despertaría con ello la desconfianza de los enfermos y perturbaría su propia aprehensión del material aprovechable. Para mi constituye todavía un problema como fijar por escrito, para su comunicación ulterior,  el historial de un tratamiento de larga duración” (Freud, 1905).

Cabe destacar que Freud realizaba las anotaciones después de cada sesión en algunos casos como el hombre de las ratas, pero plantea en el anterior párrafo, la impertinencia de las anotaciones durante sesión por razones explicadas en las mismas líneas. Esta postura de Freud coincide con la formulación de Melanie Klein (citada por Tenorio, 1988) en “Narración del Análisis de un Niño”, en el cual menciona que tomar notas durante toda la sesión: “(…) perturbaría al paciente considerablemente y rompería el flujo ininterrumpido de las asociaciones, así como distraería la atención del analista del curso del análisis. (…)” (1961). De igual forma Klein piensa que otra alternativa de registro completo del material de sesión, seria la utilización de una grabadora, formulando a su vez dos problemáticas de dicho uso: La primera tiene que ver con el problema ético en que se incurre al esconder la grabadora de voz, el segundo con la perturbación que se provocaría en el analizante (y su inconciente perspicaz), con lo cual este “(…) no hablaría ni se comportaría de la manera en que lo hace cuando esta solo con el analista (…)” (Klein, 1961) y el analista por su parte afirma Klein, “(…) al hablar para una audiencia, (…) no interpretaría de la misma manera natural e intuitiva en que lo hace cuando esta solo con su paciente”(1961).

Finalmente concluye en que la mejor forma de registrar las notas, es cuando finalice cada sesión. Por su parte Winnicott (citado por Tenorio, 1988), sugiere desde su estilo personal, que toma notas durante la entrevista, porque al hacerlo después del curso de la sesión tendría el mismo efecto de un “sueño que se muere cuando el día se levanta” (Winnicott, 1971)
Tenorio sugiere dos aspectos claves a concluir de los anteriores referentes:

-    Escribir durante la sesión “arriesga anular las condiciones mismas que hacen posible la relación analítica” (p. 83).
-    “Es recomendable anotar diariamente todo lo ocurrido en la relación y no tan solo lo que el analizante dijo o hizo” (p. 83).

Por último la autora hace alusión en su texto al momento en el que se puede publicar un caso clínico en psicoanálisis, refiriéndose a Freud en dos ejemplos claros: El caso Dora, en el cual Freud publica el caso 4 años después del fin del análisis argumentando que es importante antes de publicarlo, tener noticia sobre los cambios ocurridos en la vida de la paciente después del análisis y su posición actual frente a los sucesos relatados en el historial. El segundo es el caso del hombre de las ratas, en el cual Freud (citado por Tenorio, 1988) manifiesta: “(…) No me es posible comunicar el historial completo del tratamiento, porque ello me obligaría a revelar en detalle las circunstancias personales de mi paciente” (1905). “A pesar del interés científico que pueda tener la divulgación de los pormenores de un caso, una consideración debe guiarnos: no se puede publicar sin antes sopesar los efectos sobre la persona del ex – analizante de un posible reconocimiento” (p. 84)

A modo de conclusión se podría mencionar que los elementos que destaca María Cristina Tenorio en su texto, son de basta importancia si el interés del analista tiene que ver con la investigación a partir del tratamiento de sus analizantes. Se deben tener en cuenta las claridades realizadas en él para poder realizar un ejercicio adecuado que permita en primer lugar el desarrollo del tratamiento y finalmente como lo menciona Tenorio, que no produzca efectos perturbadores en el analizante posterior a la publicación debido al reconocimiento. Es importante que se tome en cuenta el papel del analista durante la cura ya que en su afán de registrar información puede perder de vista los datos valiosos del análisis y esto a su vez provocaría perder el rumbo en dicha cura.

“Ser psicoanalista es, sencillamente, abrir los ojos ante la evidencia de que nada es más disparatado que la realidad humana.”  (Lacan, 1955)



Santiago de Cali, Marzo 19 de 2014.

Referencias

Alérini, P. (1986). Savoir clinique et clinique du savoir. Toulouse-Francia: Littoral.
Freud, S. (1968 [1912]). Consejos al Medico en el Tratamiento Psicoanalítico. En: Escritos
Técnicos. Obras Completas, II Tomo. Madrid-España: Biblioteca Nueva.
-          (1905 [1901]). Análisis Fragmentario de una Histeria (Caso Dora). Obras Completas, Tomo 3. Madrid-España: Biblioteca Nueva.
Gallo, H. (2014). Conferencia: ¿Tiene Lugar el Inconciente en la Universidad? Universidad
            San Buenaventura. Cali-Colombia.
Gómez, J. (2013). Conferencia: La Necesidad Inconsciente de Castigo Y la Moral Sexual
            Cultural en el Discurso Capitalista. Universidad San Buenaventura. Cali-Colombia.
Klein, M. (1984 [1961]). Narrative of a Child Analysis. Londres-Inglaterra: Hogarth.
Lacan, J. (1975). La Dirección de la Cura. En: Escritos I, México: Siglo XXI.
-          (1972). Extracto de la Conferencia en Louvain. Bélgica.
-          (1984 [1955-1956]). Seminario 3: Las Psicosis. Barcelona-España: Paidós.
Porge, E. (1987). Seminario: Ediciones Psicoanalíticas de la letra. México.
Ramírez, M. (2014). Conferencia: Despertar de la Adolescencia. Universidad San
            Buenaventura. Cali-Colombia.
Winnicott, D.W. (1971). La consultation thérapeutique et l’enfant. Paris-Francia: Gallimard.


[1] Reseña del texto: Tenorio, María Cristina. (1988). Consideraciones En Torno A La Construcción Del Caso Clínico En Psicoanálisis. Paris. pp.68- 85.

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