Por: Ricardo Paredes.[2]
Según
el planteamiento de Erik Porge (citado por Tenorio, 1988) es importante tener
en cuenta lo siguiente: “Si Queremos
hacer psicoanálisis, ¿Qué hacer con lo que las personas nos dicen?, ¿de qué
hacer caso?”(p.69). Pues bien el primer enunciado (Si queremos hacer psicoanálisis)
es el elemento que María Cristina Tenorio, en su texto, intenta exponer.
Muestra su interés por aclarar el quehacer del analista desde su propio interés
por ejercer el psicoanálisis. Se destaca la puntualidad con la que Alérini
(citado por Tenorio, 1988), destaca que: “no
puede ser obra de un clínico no psicoanalista, quien utilizaría una técnica de
la entrevista, referencias teóricas, normas establecidas y un sistema de
criterios supuestamente psicoanalíticos” (p.69). Lo anterior no es más que
una aproximación a la premisa de que el psicoanálisis es una ciencia particular
que a s u vez se constituye en un método de investigación, del cual puede
resultar la construcción de un caso clínico.
En un segundo momento la autora vuelve a retomar
el enunciado de Porge (1987): “¿Qué hacer
con lo que la persona nos dice?” (p.69).
Pues bien, es muy interesante el paralelo que realiza Tenorio, con las
distintas psicoterapias en relación al psicoanálisis, por ejemplo la
psiquiatría y su objetivación del paciente concibiendo al síntoma como un signo
y no como un significante; De igual manera las psicologías que buscan
comprender al paciente, lo que plantea un problema de entrada mencionado en la
obra inicial de Lacan (citado por Tenorio, 1988), cuando mencionaba que “a menudo vale mas no comprender para
pensar, y se pueden galopar leguas y leguas de comprensión sin que resulte de
ello el menor pensamiento” (1958) y esto inscribe al psicólogo en el campo
de lo imaginario permitiéndole hacer intercambios de sentimientos con el
paciente, propios de dicha lógica (la imaginaria). Finalmente menciona el
ejemplo del movimiento psicoanalítico norteamericano, el cual se identifica
como una psicología del Yo, suponiendo una
“parte sana” (p.70) de este y asumiendo
al analista al mismo nivel del analizante.
Las primeras conclusiones que propone Tenorio
sobre este aspecto, tienen que ver con una invitación a dos aspectos
primordiales:
-
No oír para
acomodar el discurso en una teoría preestablecida, ya que esto tendría fines de
una dirección de la cura enfocada en la objetivación del paciente y
estandarización de discursos propios de la subjetividad de cada analizante.
-
Oír para que
el paciente se sirva de esa escucha que el analista brinda; “que el analista se convierta en el objeto
causa del deseo durante las sesiones
analíticas” (Gallo, 2014), y no brindar una escucha en la cual la
interpretación del analista tenga efectos perturbadores en el proceso.
Además
agrega que el caso solo tiene lugar
si el analista lo permite, no puede haber caso si lo que surgen solo son
palabras aisladas la una de la otra y el analista pierde la cadena significante
que ahí se está gestando con todas sus formas de aparición. Es siguiendo el
discurso de su analizante al pie de la letra, como el analista hace caso, es
esto lo que le permite producir la lectura que permita que “el sufrimiento ya no tenga que escribirse porque, finalmente lo
escrito habrá llegado a su destino” (p.70).
Cabe destacar que el caso clínico en psicoanálisis
no siempre tiene sus bases en lo que durante sesión se hable, pues Freud obtuvo
elementos valiosos de otras diversas fuentes tales como: el caso Catalina, los
recuerdos infantiles de Goethe o Leonardo Da Vinci, observaciones como el juego
del carretel “fort-Da” y otros que sirvieron para consolidar algunos elementos
que permitieron el ejercicio analítico a Freud en base a ello.
La autora del texto, plantea que el tratamiento
analítico es en si la búsqueda de un saber, puesto que sostiene que la demanda
del analizante al inicio de una cura tiene que ver con la búsqueda urgente de
un saber, representado en ¿Porque?, ¿Qué hago?, ¿Qué puedo hacer?, ¿Cómo debo
proceder?, entre otras expresiones con las que el analizante busca un saber
depositado en algún lugar que le permita modificar la vida que está llevando, que por cierto le resulta perturbadora y
precisamente este supuesto del analizante es el que le permite fundar la
transferencia entre él y su analista y además lo que hace del psicoanálisis un
ejercicio distinto a cualquiera que busque la introspección (En el sentido de
buscar un autoanálisis para conocerse a sí mismo, prescindiendo del ser del
analista). Es así como el analizante al identificar su falta, busca un saber
perdido en el espacio analítico, sin embargo dicho saber se encuentra en él
mismo pero su propio fantasma se resiste a asumirlo como tal. Es algo así como
mencionar que el analizante sabe que le falta algo, pero no sabe que es, por lo
tanto la cura no se dirige a confirmar eso que ya sabe (la falta), sino a que
el sujeto produzca una responsabilidad subjetiva y se haga cargo de su propio
discurso. El saber existe solo que esta cifrado en los significantes que
emergen durante las sesiones, y es en el tiempo lógico de comprender donde
estos empiezan a vestirse de verdades importantes para el sujeto, con lo cual
se produce el tiempo lógico de concluir que es cuando el sujeto finalmente
resignifica su discurso y esto trae consigo el fin del análisis.
La función del analista en este orden de ideas no
tiene que ver con interpretar el discurso de su analizante, sino mas bien con
puntualizarlo, ya que el analista no tiene el saber como ya se menciono en
renglones pasados, ni tampoco conoce los avatares de la transferencia, el único
que sabe es el sujeto del inconciente y el analista debe orientar el proceso
permitiendo que cuando se “abran las
puertas del inconciente, este no vuelva a cerrarse, sino que siga produciendo
significantes valiosos para la cura” (Ramírez, 2014).
“¿Cuál es la
relación entre saber privado y el saber publico que constituye el objeto de una
publicación?, ¿Cómo se pasa de este saber partículas a un saber general?, ¿En qué
momento puede constituirse esta historia singular en elemento o base de una
teoría general?” (p. 73).
Tenorio manifiesta en este punto algo muy importante para la comprensión de
cómo servirse de esos elementos que emergen en el análisis, como base
constituyente de investigación; Sin embargo aclara que el saber obtenido de un
sujeto no le es aplicable a ningún otro por ende el tratamiento no es
investigación en el sentido de producción de una teoría. La investigación
psicoanalítica tiene lugar exclusivamente una vez haya finalizado el
tratamiento puesto que, cuando la investigación de los elementos surgidos en el
tratamiento se consolida antes de la finalización del mismo, este tiende a
fracasar en su misión, sin embargo una vez finalizado el tratamiento es pertinente
y además “preciado” (p.74) obtener un
producto investigativo, consolidando así el caso clínico psicoanalítico, tal
como lo planteó el mismo Freud (citado por Tenorio, 1988), quien mencionó:
“La
coincidencia de la investigación con el tratamiento es, desde luego, uno de los
títulos más preciados de la labor analítica; pero la técnica que sirve a la primera se opone, sin embargo, al
segundo a partir de cierto punto. Antes de terminar el tratamiento no es
conveniente elaborar científicamente un caso y reconstruir su estructura e
intentar determinar su trayectoria fijando de cuando en cuando su situación,
como lo exigiría el interés científico. El éxito terapéutico padece en estos
casos utilizados desde un principio para un fin científico y tratados en
consecuencia” (p.74)
Los elementos de los cuales se valdrá el analista
para construir el caso clínico posterior al fin del tratamiento, tampoco tienen
una estructura fija o un reglamento para poderse constituir como tal, su
elaboración y consolidación, dependen de la reflexión del analista después del
tratamiento; puede ser un interrogante que quedo abierto, un elemento que pueda
ser objeto de aclaración o que permita un avance teórico, efectos terapéuticos
entre otros que son propios del posterior trabajo reflexivo del analista sobre
el caso y su desarrollo. Es así cuando la cura se puede tomar como elemento
fundante de una investigación, es decir que
“en psicoanálisis no es el caso el que se acomoda a una teoría general, sino la
teoría la que se reinventa después de cada caso” (Gómez, 2013)
¿En Qué Consisten Los Datos Que
El Analista Va A Utilizar En La Elaboración Del Caso Y Como Los Obtiene? (p.74)
En este punto se debe partir de la premisa de que
se buscan los sentidos de los datos más que una “verdad histórica total” (p.75) del sujeto que los trae a escena
mediante la palabra. Es por lo anterior que los llamados datos no pueden
determinarse antes del desarrollo del tratamiento sino que emergen dentro de
ella. El analista (investigador) para tal fin debe ignorar lo que sabe, para
que su fantasma no intervenga en el análisis, como diría Lacan jugar al:
“(…) muerto pero es para hacer surgir al
cuarto que va a ser aquí la pareja del analizado, (…) lo que es seguro es que
los sentimientos del analista sólo tienen un lugar posible en este juego, el
del muerto; y que si se le reanima, el juego se prosigue sin que se sepa quién
lo conduce.” (Lacan, 1958)
El
analista solo obtiene ese saber, cuando este “se abstiene de querer saber, o de querer comprobar lo ya sabido”
(p.76); citando una vez más a Lacan quien afirmaría que: “durante algún tiempo se creyó que los psicoanalistas sabían
algo...Pero esa creencia ya no está muy extendida...El colmo de los colmos es
que ni siquiera ellos creen en sí mismos. Pero están equivocados, porque
precisamente saben mucho. Solo que igual que con el inconciente...y esa es su
verdadera definición...NO SABEN LO QUE SABEN” (1972). Es la puntualización
del discurso del analizante por parte del analista la que permite finalmente
descubrir ese saber que todos ignoran, en otras palabras el analizante logra
producir a través del cuerpo del analista un saber, dado que este presta su
cuerpo para que el sujeto se sirva de él durante el análisis por lo cual “en psicoanálisis el diagnostico no es un
punto de partida sino un punto de llegada” (p. 77) pues este no está ligado
a un manual al que se tengan que acomodar los casos de forma procustiana, sino
por el contrario es el saber producido en análisis el que da pie al surgimiento
de un diagnostico ligado a los significantes surgidos durante el tratamiento. “Es por esta razón por lo que el tratamiento
puede considerarse como un momento indispensable de la construcción del saber
analítico.” (p. 77) Una vez finalizado el tratamiento y formulado el caso,
el analista en tanto investigador, debe revisar la teoría ya existente,
discutiéndola y buscando una reformulación de la misma a partir de lo
estudiado, en este sentido es válido mencionar que cada caso clínico es una
construcción teórica, puesto que permite formular nuevos aspectos en torno a la
teoría existente y así confrontarla con la misma.
El Caso Clínico Como Narración.
El analista en tanto investigador, debe cuidarse
mucho de confundir el planteamiento del caso clínico en psicoanálisis, con la
simple narración textual de todo lo que sucedió dentro del tratamiento. El caso
clínico en psicoanálisis, no es una biografía del analizante ni de sus aspectos
olvidados en el tiempo y traídos a escena durante las sesiones analíticas; el
caso clínico parte de que durante la cura aun no se ha puesto en palabras, por
tanto se construye a partir de un ordenamiento discursivo de las razones y
explicaciones relativas a la teoría en relación al tratamiento en cuestión. Es
dar cuenta de elementos que no deben pasar desapercibidos y que a su vez
aporten a la teoría ya establecida, nuevas formas de observar la cura, como lo
son los efectos de las puntualizaciones ya mencionadas, los silencios etc., que
aportaron en conjunto a orientar la dirección de la cura, el caso clínico en
psicoanálisis es “introducir la práctica
de la cura en una racionalidad discursiva” (p. 78). Lo que debe aparecer
en el caso clínico NO son los elementos de la historia personal del analizante,
sino la relación analítica, como esos significantes fueron motivo de
perturbación en el sujeto, como esa perturbación estaba ligada a dichos
elementos y como estos además se ligan a la teoría general ya establecida.
Las consecuencias prácticas que resultan de lo
anterior pueden ser planteadas de la siguiente manera:
-
No se puede
considerar como caso clínico la aplicación de una teoría a un material de cura
u observación. (Cabe resaltar que no se puede encajar el caso en una teoría
previamente establecida como un punto de partida)
-
Con la
elaboración de un caso clínico no se busca la validación de un trabajo
terapéutico realizado mediante su ajuste a una teoría aceptada. (El interés de
que el caso aporte a la teoría ya establecida, no tiene que ver con el afán de
validarlo como una verdad absoluta e irrefutable, solo con dar cuenta de lo que
se debe destacar del caso en relación a la teoría)
Como Registrar El Material Sin
Perturbar Las Condiciones del Análisis.
Freud (citado por Tenorio, 1988) plantea en su
obra, la dificultad que conlleva registrar la información de la cura por
escrito y de igual manera cuando los pacientes han tenido una cura muy
prolongada:
“(…) Quien
lleva adelante diariamente cinco o seis tratamientos psicoterapéuticos de este género
y no puede tomar nota alguna durante las sesiones pues despertaría con ello la
desconfianza de los enfermos y perturbaría su propia aprehensión del material
aprovechable. Para mi constituye todavía un problema como fijar por escrito,
para su comunicación ulterior, el
historial de un tratamiento de larga duración” (Freud, 1905).
Cabe destacar que Freud realizaba las anotaciones
después de cada sesión en algunos casos como el hombre de las ratas, pero
plantea en el anterior párrafo, la impertinencia de las anotaciones durante
sesión por razones explicadas en las mismas líneas. Esta postura de Freud
coincide con la formulación de Melanie Klein (citada por Tenorio, 1988) en “Narración del Análisis de un Niño”, en
el cual menciona que tomar notas durante toda la sesión: “(…) perturbaría al paciente considerablemente y rompería el flujo
ininterrumpido de las asociaciones, así como distraería la atención del
analista del curso del análisis. (…)” (1961). De igual forma Klein piensa
que otra alternativa de registro completo del material de sesión, seria la
utilización de una grabadora, formulando a su vez dos problemáticas de dicho
uso: La primera tiene que ver con el problema ético en que se incurre al
esconder la grabadora de voz, el segundo con la perturbación que se provocaría
en el analizante (y su inconciente perspicaz),
con lo cual este “(…) no hablaría ni se
comportaría de la manera en que lo hace cuando esta solo con el analista (…)”
(Klein, 1961) y el analista por su parte afirma Klein, “(…) al hablar para una audiencia, (…) no interpretaría de la misma
manera natural e intuitiva en que lo hace cuando esta solo con su paciente”(1961).
Finalmente concluye en que la mejor forma de
registrar las notas, es cuando finalice cada sesión. Por su parte Winnicott
(citado por Tenorio, 1988), sugiere desde su estilo personal, que toma notas
durante la entrevista, porque al hacerlo después del curso de la sesión tendría
el mismo efecto de un “sueño que se muere cuando el día se levanta” (Winnicott,
1971)
Tenorio
sugiere dos aspectos claves a concluir de los anteriores referentes:
- Escribir
durante la sesión “arriesga anular las condiciones
mismas que hacen posible la relación analítica” (p. 83).
- “Es recomendable anotar diariamente todo lo
ocurrido en la relación y no tan solo lo que el analizante dijo o hizo” (p. 83).
Por último la autora hace alusión en su texto al
momento en el que se puede publicar un caso clínico en psicoanálisis,
refiriéndose a Freud en dos ejemplos claros: El caso Dora, en el cual Freud
publica el caso 4 años después del fin del análisis argumentando que es
importante antes de publicarlo, tener noticia sobre los cambios ocurridos en la
vida de la paciente después del análisis y su posición actual frente a los
sucesos relatados en el historial. El segundo es el caso del hombre de las
ratas, en el cual Freud (citado por Tenorio, 1988) manifiesta: “(…) No me es posible comunicar el historial
completo del tratamiento, porque ello me obligaría a revelar en detalle las
circunstancias personales de mi paciente” (1905). “A pesar del interés científico que pueda tener la divulgación de los
pormenores de un caso, una consideración debe guiarnos: no se puede publicar
sin antes sopesar los efectos sobre la persona del ex – analizante de un posible
reconocimiento” (p. 84)
A modo de conclusión se podría mencionar que los
elementos que destaca María Cristina Tenorio en su texto, son de basta
importancia si el interés del analista tiene que ver con la investigación a
partir del tratamiento de sus analizantes. Se deben tener en cuenta las
claridades realizadas en él para poder realizar un ejercicio adecuado que
permita en primer lugar el desarrollo del tratamiento y finalmente como lo
menciona Tenorio, que no produzca efectos perturbadores en el analizante
posterior a la publicación debido al reconocimiento. Es importante que se tome
en cuenta el papel del analista durante la cura ya que en su afán de registrar
información puede perder de vista los datos valiosos del análisis y esto a su
vez provocaría perder el rumbo en dicha cura.
“Ser psicoanalista es,
sencillamente, abrir los ojos ante la evidencia de que nada es más disparatado
que la realidad humana.” (Lacan, 1955)
Santiago de Cali, Marzo 19 de
2014.
Referencias
Alérini, P. (1986). Savoir clinique et clinique du
savoir. Toulouse-Francia: Littoral.
Freud,
S. (1968 [1912]). Consejos al Medico en el Tratamiento Psicoanalítico. En:
Escritos
Técnicos. Obras Completas, II Tomo. Madrid-España:
Biblioteca Nueva.
-
(1905 [1901]).
Análisis Fragmentario de una Histeria (Caso Dora). Obras Completas, Tomo 3.
Madrid-España: Biblioteca Nueva.
Gallo,
H. (2014). Conferencia: ¿Tiene Lugar el Inconciente en la Universidad?
Universidad
San
Buenaventura. Cali-Colombia.
Gómez,
J. (2013). Conferencia: La Necesidad Inconsciente de Castigo Y la Moral Sexual
Cultural
en el Discurso Capitalista. Universidad San Buenaventura. Cali-Colombia.
Klein, M.
(1984 [1961]). Narrative of a Child Analysis. Londres-Inglaterra:
Hogarth.
Lacan,
J. (1975). La Dirección de la Cura. En: Escritos I, México: Siglo XXI.
-
(1972). Extracto de la
Conferencia en Louvain. Bélgica.
-
(1984
[1955-1956]). Seminario 3: Las Psicosis. Barcelona-España: Paidós.
Porge, E. (1987). Seminario: Ediciones
Psicoanalíticas de la letra. México.
Ramírez,
M. (2014). Conferencia: Despertar de la Adolescencia. Universidad San
Buenaventura.
Cali-Colombia.
Winnicott, D.W. (1971). La consultation
thérapeutique et l’enfant. Paris-Francia: Gallimard.
[1] Reseña del texto: Tenorio,
María Cristina. (1988). Consideraciones En Torno A La Construcción Del Caso
Clínico En Psicoanálisis. Paris. pp.68-
85.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario